jueves, 9 de junio de 2016

Reflexionando...


Cuando te casas con la persona que eliges, lo haces pensando que es para toda la vida, sueñas con llegar a la vejez junto a ella, rodearnos de nuestros hijos y  nietos en un futuro, porque al ser humano el cambio le cuesta mucho por naturaleza y sobretodo los fracasos y es por ello esa manía de querer volver a intentarlo una y otra vez sabiendo que al final no funcionará, no sabes o no quieres poner punto final a esa situación, porque aunque sepas que no hay marcha atrás, le das injustamente una y otra oportunidad.
Observaba tristemente que  ya no me miraba de la misma forma que al principio, sentía que no me valoraba en ningún aspecto de mi vida, tan solo me sentía su criada, me sentía sola a pesar de estar rodeada de otras personas, estaba encerrada en una casa que se me hacía demasiado grande, nada era lo que parecía cara al exterior porque yo lo ocultaba intentando salvar esa situación y decidí seguir muriendo en mi propia vida, una vida que tristemente yo elegí a base de malas decisiones, solo mis hijos eran mi alegría, buscaba tener ocupada mi cabeza durante todo el día,  era lo único que me hacía olvidar ese desprecio e indiferencia hacia mi persona.Ahora reflexiono y pienso que quise ser una buena mujer, una buena madre y lo he sido todo eso menos yo misma.
Es sorprendente como una persona puede cambiar tanto por su pareja, moldearse hasta perder su esencia y volverse en blanco y negro, perdiendo todo el color hasta llegar a ser gris.
Afortunadamente llega un día que tienes que tomar la decisión más dura de toda tu vida, respiras hondo y dices... hasta aquí .





Cada día pienso y estoy más convencida que todas las cosas pasan por algo...

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